Te mordiste los labios,
esos que probé yo alguna vez,
y callaste.
Aguantaste entre dientes
aquel arsenal de palabras
y fuiste presa, una vez más,
de aquello mil veces pensado
y nunca dicho.
Te llevaste las manos a la boca
a punta de razones;
ahora solo tú puedes derrumbar
la represa que mantiene tu voz contenida.
Armaste, eslabón a eslabón,
la cadena con la que amordazaste
y apresaste cada sentimiento,
cada pensamiento, cada palabra.
Las razones ya no me importan…
“Sigue guardando silencio,
tal vez, cuando decidas hablar,
ya no quiera escucharte”.
Frase final: David c Fild
que intenso, me encanta como escribes.
ResponderEliminarpor eso deje el primer comentario.
me siento halagado de hayas puesto esa frase.
simplemente gracias...