viernes, 15 de enero de 2010

Ingeniería Divina

¿Sabes tú la perfección que posee ese medio
que alberga y da expresión a tu alma?

Nunca lo sabrás hasta que lo hayas perdido.

Tú, obra perfecta,
llevas por autor al Ingeniero eterno,
al Arquitecto de sueños.

Si la creación le llevó 6 días,
¿Cuánto no habrá invertido en ti?
¿Cuánto tiempo nos habrás dejado sin Dios,
absorto en su inspiración para crearte?

Esa máquina perfecta que contiene tu esencia
es la razón de mis suspiros
mientras yaces dormida a mi lado;
la dueña de las caricias que prodigo.

Soy víctima de tu piel,
la cara vista de ese soberbio trabajo
de ingeniería anatómica que eres tú,
y de mis ganas de acariciarla una y otra y otra vez.

Sólo ese, y no otro,
podía ser tu epitelio:
suave, claro, perfumado,
digno de tu alma,
profundamente amalgamado a tu forma de ser.

Tus piernas,
estructuras biomecánicamente pensadas
para atraparme y robarme el aliento cuando,
rendida tras la lidia de nuestros deseos,
me poseen, me rodean y se afianzan a las mías
reclamándome como propiedad suya.

Tu cintura,
centro de tu instrumento físico y de mi universo...
...ese que lleva tu nombre.

Tus brazos de cobre:
dúctiles, maleables,
son el lazo perfecto
para atrapar mis miedos e incertidumbres.
No tengo escapatoria
cuando, entre ellos,
siento tu corazón desbocarse
cerca del mío.

Tus senos,
maestros en el arte de estremecer
y hacer florecer tus sentidos,
tienen la turgencia y medida exacta
para acoplarse a mis manos
y llenarme a plenitud.

Tus caderas de ensueño,
que me permiten girarte, guiarte
y moderarte en nuestra intimidad más pasional,
son mi adoración hasta cuando caminas
con tu cadencia encantadora de serpientes.
A partir de ellas
se delinea tu pose y tu disposición al estar.

Si tú supieras, mi niña,
lo que ese hermoso y perfecto cuerpo que posees
es capaz de hacerme experimentar,
y que, con mis manos, intento, en vano,
abarcar, conocer, explorar,
sentirías una lástima enorme por mí…

…porque mi cuerpo siente por el tuyo:
lo que mi corazón vive
lo hace a través de tus risas,
tus silencios, tus miradas y escuchas.

Y sería un pobre desahuciado
si decidieras apartar de mi lado
a esa esencia, a esa obra maestra:
Tú, producto de la ingeniería divina.


Inspirado en “Tu cuerpo” de Lulu.

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