Con la luz cálida sobre
tu espalda
inicia la melodía.
Pausa. Respiras.
Tus manos se deslizan, ligeras,
mientras las puntas de los dedos,
en tempo de adagio, van repartiendo sutiles caricias.
inicia la melodía.
Pausa. Respiras.
Tus manos se deslizan, ligeras,
mientras las puntas de los dedos,
en tempo de adagio, van repartiendo sutiles caricias.
Uno, dos, tres,
tus codos se impulsan, te impulsan,
arriba, arriba, arriba,
y despegas emprendiendo el vuelo.
Tu cuerpo acompasado
despliega un exquisito vaivén que hipnotiza.
Y ahí estoy yo, embelesada, dejándome llevar.
En un instante descubro
mis manos
que ahora recorren mi
cara, mi cuello, mi pecho.
Son mis manos,
pero es la música la que
toca mi piel.
Tu cabeza: adelante, atrás,
y tú sonrisa se ilumina
mientras tus ojos se cierran
invitándome a perderme contigo en el placer absoluto
de esa caricia que embriaga los sentidos.
Tu cuerpo, ahora inmerso en una vorágine,
parece perderse en una espiral que asciende
y te suspende sin miedo
a caer.
Y, entretanto, yo te sigo, te acompaño
y me siento liberada volando contigo.
Y, entretanto, yo te sigo, te acompaño
y me siento liberada volando contigo.
Y, tras una bocanada de
aire,
tus ágiles manos, ahora
veloces,
nos envuelven en un
allegro.
El corazón se acelera,
gimes, jadeas, un acorde
y caes sobre el piano
como un amante,
después del amor, entre
sus sábanas negras.
No obstante, las almas
en la sala quedan suspendidas en el éxtasis.
(Inspirado en el maestro italiano Ezio Bosso)
"Lei pensa di toccare il
pianoforte, ma invece no. Lei ha il dono di toccare un istrumento piu
complesso, lei tocca le anime." María A. Zurita S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario